miércoles, 19 de febrero de 2014

La ilusión de la cordura






Dicen que los artistas mienten para decir la verdad, mientras que los políticos lo hacen para ocultarla. No podría estar más de acuerdo. Sin más preámbulos y, basándome en esta frase, pretendo hacer entender mi idea sobre la locura.

 La locura, en su sentido patológico, es una deformación de la realidad mediante la mente que, debido a alguna alteración en su estructura  y/o funcionamiento, altera la percepción del individuo. Palabrería técnica y aburrida. En su aspecto médico poco más habría que añadir a esta definición. Pero, ¿Y el aspecto trascendente de la locura? ¿Y su significado filosófico?

Cuando alguien enloquece no necesariamente padece una enfermedad mental. A veces solo altera su realidad. La cuadriculada existencia no encaja con sus ansias de vivir, que son abstractas y aleatorias. Su devenir se convierte en un instante que tropieza detrás de otro aparentemente sin signíficado, pero siempre con un símbolo escondido tras sus actos. El loco hace (o no hace) sin ser consciente lo que su subconsciente quiere mostrarle u ocultarle según el caso.La locura no tiene por que ser un desvarío producido por una deficiencia encimática o algo por el estilo. No. Es algo artístico. Un engaño. Una sublime estratagema de nuestra mente para protegernos del dolor de la vida, bien sea ocultándonos una verdad que nos atormenta, o alzando desproporcionádamente otra que ensombrece realidades que nos dañan.

La sociedad la ha peyorizado mucho, ignorante de todas las dimensiones que posee. Si hablamos de un loco ya nos viene a la cabeza el hombre maniatado de baba colgante y mirada perdida. Y no siempre es así. No es la misma locura la que afecta a cada caso, ya que para unos es un mal irreparable y para otros su única salvación. A veces es necesaria para que la cordura no se nos venga abajo. Nuestra mente nos cuida de las incoherencias de la vida, que a veces llegan a tal controversia que no somos capaces de entenderlas. Es entonces cuando empieza. Te abraza lentamente y te reescribe, te recrea, te ofrece la esperpéntica imagen que deseas, y no el reflejo de una triste existencia. Cuando La Sabiduría sobrepasa el límite de lo comprensible, toma la astuta decisión de volverse loca.

















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