lunes, 24 de marzo de 2014

7


Cuando más perdido estaba fue cuando tuve oportunidad para encontrarme. Sumido en un estado en el que mi realidad conocida se había distorsionado hasta desaparecer, solo podía ser creativo e imaginar un camino que me llevara a alguna parte. Una senda de pasos aleatorios, indefinidos y sin un destino concreto. Una forma de vida en la que la ambición y el hedonismo fueran mi apoyo. En la que la rutina perdiera su significado por lo ecléctico de su esencia. La esencia que poco a poco le he ido otorgando.

Mi existencia jamás pudo ser cuadriculada, pero ahora roza lo abstracto. Los días y las semanas a veces me parecen un rato. Dormir está muy sobrevalorado cuando todo está por descubrir. Mi insaciable voracidad resurge a cada paso, cuando pienso que a más no puedo llegar. Pero siempre hay algo. Siempre hay algo que desear, con lo que fantasear y delirar sin llegar a soñarlo. Solo es algo que puede que viva.Lo que es seguro es que podré imaginarlo. Puede que nunca lo consiga, pero la ilusión de conseguirlo no se apartará de mi lado.

Mi espíritu narcotizado a base de vivencias y sustancias poco a poco se va elevado, y mi cuerpo se pierde por los bares y las camas del centro y del extrarradio. Como ya he dicho, me gusta la variedad. Y la verdad es que solo encuentro la paz en un mundo cambiante. En un devenir inesperado y sorprendente que avive mis ganas de seguir adelante. No aguanto los principios inamovibles, ni la aburrida sensación de control ante una prototípica situación que nada me dice. Soy adicto al caos que emana de mis raíces y a la entropía que fuera acontece.No pretendo hacer una apología de los excesos, aunque merecen todos mis respetos. De hecho, no se que sería de mí sin ellos. Es cierto que a veces te juegan malas pasadas. Pero es entonces cuando sabes dónde está el límite. Cuando disfrutas acercándote a él hasta quemarte, o lo sobrepasas un instante para sentir un poco más.

Para sobrevivir a este desorden de emociones el secreto está en buscar el arte que hay en cada instante. En entregarme a los vicios sin llegar a atraparme. En despertarme por la mañana y saber que mi gente seguirá estando cuando me acueste. El secreto está en
cuidar lo único que no quiero que cambie.


2 comentarios:

  1. A veces para matar un deseo es necesario tener otro deseo pero más fuerte.

    ResponderEliminar
  2. Muy cierto! Yo vivo en una espiral de ese sentimiento

    ResponderEliminar