jueves, 13 de febrero de 2014

Through my mind behind a cigarette







La luz incidió a través del cristal, separándose en haces marcados por un humo platino azulado que casi parecía metálico. Las imágenes se distorsionaban a medida que respiraba. Mi mente seguía clara, pero sentía que los impulsos me dominaban. Notaba como las yemas de mis dedos se perdían por su espalda. Parecía que el hechizo no se rompía porque saliera el sol.

La mesa rebosante de botellines y ceniceros llenos dieron paso a nosotros, revolcándonos sobre todo aquello. Me besaba y sentía un calor indescriptible que se diluía entre los escalofríos que de arriba a abajo nos recorrían. Era como si empezaran en su cuello y acabaran en mi espalda. Su olor se me clavó en los pulmones, y jamás podría olvidarme de él.

El tiempo y el espacio perdieron su significado. Ya se podría haber acabado el mundo que a nosotros nos daba igual. Hicimos el amor y follamos como animales. Hablamos durante horas y nos acariciamos otras tantas. Sin decir nada. Solo estando.

Y pasado el tiempo sin saber nada el uno del otro todo eso pasó y por ahí se quedó. Ahora me viene a la cabeza y no puedo evitar sonreir. Hay que ver las cosas que te vienen a la cabeza al fumar después de masturbarte. Supongo que será por ver algo bonito después de tanto morbo lascivo.





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